Un balance de Cambiemos

Un balance de Cambiemos

FacebookTwitteremailPrint De los cuarenta y ocho meses que constituyen el período constitucional del gobierno de Cambiemos, el pasado 10 de mayo se cumplieron 42, es decir, el 87,5% ya ha transcurrido, porcentaje suficientemente avanzado y representativo como para hacer un balance de logros, errores y de asignaturas pendientes. Así como para evaluar la situación de […]

De los cuarenta y ocho meses que constituyen el período constitucional del gobierno de Cambiemos, el pasado 10 de mayo se cumplieron 42, es decir, el 87,5% ya ha transcurrido, porcentaje suficientemente avanzado y representativo como para hacer un balance de logros, errores y de asignaturas pendientes. Así como para evaluar la situación de una empresa en un momento dado la contabilidad patrimonial presenta un activo y un pasivo, también para evaluar la administración del Estado podemos identificar activos y pasivos alcanzados durante una gestión de gobierno. Comenzando por el activo, los logros de Cambiemos los podemos clasificar en cuatri grandes áreas: relaciones internacionales; comercio exterior; economía interna y fortalecimiento institucional.
 
En materia de política internacional: se alcanzó fluidas relaciones internacionales con todos los países del primer mundo y los asiáticos; se desactivó el proyecto ideológicamente sesgado y parcial de la Unasur; fue un éxito la organización y desempeño de la reunión del G20 en Buenos Aires, y fue y es correcta la posición ante Venezuela y el reconocimiento a su presidente encargado, Juan Guaidó, que además se alinea con la adoptada por la mayoría de la comunidad internacional de naciones.
 
También se han cumplido y continúan cumpliéndose con los compromisos de deuda pública contraídos con gobiernos anteriores: los bonos emitidos durante las salidas parciales del default en enero de 2005 (Lavagna-Nielsen), en junio del 2010 (Boudou) y por la refinanciación con el Club de París en mayo de 2014 (Kicillof).
 
En materia de comercio exterior, se alcanzó superávit en la balanza comercial, aunque tardío (recién a partir de septiembre de 2018) que ya suma U$S 5.000 millones y se redujo a la mitad el déficit en el balance de turismo internacional; se logró nuevas aperturas comerciales para exportar limones (EE. UU.), carne bovina (hacia China y también EE.UU.), alcanzando un record al triplicar la exportación total anual de carne bovina de 200.000 toneladas en 2015 a las actuales 600.000 toneladas; comenzó la exportación de gas a Chile; es positiva una mayor apertura comercial para compras individuales al exterior vía web y luego de diez años se alcanza la categoría de economía emergente (efectiva a partir del 28 de mayo próximo), dejando atrás la calificación de economía fronteriza obtenida el 29 de mayo de 2009 por restricciones a los movimientos internacionales de capitales.
 
En materia económica, se destaca como positivo: la salida casi definitiva del default vigente desde diciembre de 2001, aunque aún permanece sin arreglo un pequeño saldo de US$ 1.600 millones; fue un éxito el blanqueo fiscal en el 2016; el comienzo de la producción intensiva de Vaca Muerta con fuertes inversiones privadas e YPF y la decidida promoción de inversiones en producción de energías renovables y extracción del litio. Se inició además una revolución en el transporte aerocomercial con cuatro low cost, 400 vuelos diarios, multiplicación de nuevas rutas internas y hacia el exterior y el número anual de pasajeros creció de 22 millones en el 2015 a 30 millones en la actualidad; se realizaron y continúan importantes inversiones viales, ferroviarias, portuarias aeroportuarias y en infraestructura urbana.

En desarrollo y fortalecimiento institucional, se destacan como logros: el respeto al federalismo fiscal con la devolución del 15% de coparticipación retenido indebidamente a ciertas provincias desde la nacionalización de las exAFJP (octubre de 2008); el recupero de la independencia y profesionalismo del Indec y retorno a confiar en las cifras oficiales; una mayor transparencia en la gestión del Estado; mayor acción contra la corrupción en el Estado y mayor y más efectiva acción de lucha contra mafias, narcotráfico, contrabando e inmigrantes ilegales.
 
Al analizar “el pasivo”, contabilizando errores y/o asignaturas pendientes de Cambiemos tenemos: en tres de los cuatro años, el crecimiento del PIB fue negativo. La excepción fue el 2017 (+2,9%). Hasta septiembre de 2018 hubo descoordinación entre la política monetaria y la política fiscal y no llegó la tan publicitada lluvia de inversiones externas, salvo las financieras para carry trade. Por el contrario, prosiguió la fuga de capitales y el riesgo país se mantiene en el doble al de países emergentes equivalentes.
 
Se aumentó la presión fiscal y salvo escasas excepciones no se avanzó hacia una mayor simplificación tributaria. No se eliminaron impuestos distorsivos: a los débitos y créditos bancarios y las retenciones que penalizan las exportaciones. Se crearon nuevos como el impuesto a la renta financiera desalentando la compra de bonos soberanos, que contribuyó a la suba del riesgo país. Se quintuplicó la tasa estadística del 0,5% al 2,5% sobre las importaciones y exportaciones.
 
No se avanzó en una reforma profunda para redimensionar y modernizar el Estado; tampoco hubo modernización de la legislación laboral y sindical; no hubo reforma previsional integral, salvo acelerar los pagos de juicios contra la Anses con fondos del blanqueo, cambiar el índice de reajuste de haberes y extender voluntariamente los retiros hasta los 70 años pero sin promover esta medida con incentivos, ni eliminó los numerosos regímenes de privilegio ni igualó la edad mínima de retiro para ambos sexos en los 65 años.
 
Las exportaciones no crecieron; incluso todavía son inferiores en 25% a las que había en el 2011 a pesar de que el tipo de cambio se triplicó, pasando de $14,60 (10 de diciembre en 2015) al actual de $45. La inflación promedio anual fue mucho más alta que años anteriores a Cambiemos. Con la del 2019, tres de los cuatro años de Cambiemos tendrán una inflación anual igual o superior al 40% (40,3% en el 2016; 47,6% en el 2018 y casi 40% en 2019). Creció la pobreza y la indigencia a pesar de prometer bajarla durante la campaña preelectoral del 2015. No se adoptó una política prudente de desendeudamiento sino todo lo contrario: se llevó a cabo una política de sobre endeudamiento del Estado, aumentando el stock en más de U$S 120.000 millones respecto al heredado en diciembre de 2015 sin medir sus obvias consecuencias negativas, hoy a la vista de todos. Adicionalmente, se cometió la imprudencia de permitir y avalar a las provincias endeudarse en moneda extranjera cuando el 100% de sus recursos son en moneda nacional.
Se mencionó reiteradamente sobre la necesidad de la independencia del BCRA, pero en los hechos este principio fue a menudo violado. Se cometió la ingenuidad de permitir a los exportadores mantener en el exterior hasta el 100% de las divisas de las exportaciones y sin fecha límite para ingresarlos al país, lo que obviamente disminuyó la oferta de dólares en el mercado interno, fomentando la suba del tipo de cambio.
 
El consumo interno y la producción industrial cayó en 2018 y 2019, El crédito interno al sector productivo privado casi ha desaparecido, pues el Estado aspira el 90% de los fondos prestables del sistema bancario; la elevada tasa de interés es incompatible con la tasa de rentabilidad privada y en los últimos veinte meses de mandato al país le está cerrado el acceso a los mercados internacionales de crédito.
 
Como conclusión, así como en la contabilidad el activo menos el pasivo permite arribar a un resultado final concreto que es el patrimonio neto expresable cuantitativamente en valores monetarios, por el contrario en la evaluación final de una gestión de Gobierno la diferencia entre los logros alcanzados y los errores cometidos no pueden expresarse en términos cuantitativos ni calcularse en valores monetarios.
 
Por ahora, el balance final queda en manos del lector, y dentro de unos meses en mano de cada ciudadano en el cuarto oscuro. La evaluación y la nota final que cada uno asigne a Cambiemos dependerá de muchos factores: ideología, escala de valores, simpatías partidarias, percepciones psicológicas, preferencias personales, expectativas hacia el futuro, edad, ingresos y nivel cultural, mayor o menor visión de largo plazo y suficiente memoria individual para recordar y tener presente todas estas luces y sombras al mismo tiempo.
 

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