El emprendedor de 21 años que apuesta a un país con menos grieta y “más puentes”

El emprendedor de 21 años que apuesta a un país con menos grieta y “más puentes”

“Nos dedicamos un siglo a revolearnos sillas entre nosotros en vez de pensar cómo miramos hacia adelante”, dijo Mateo Salvatto, CEO y fundador de Asteroid Technologies, quien cerró el encuentro de Sustentabilidad en una entrevista con José Del Rio, secretario de Redacción de LA NACION. Y explicó que en la Argentina se deben construir “más puentes y encontrar los puntos en común, más que encontrar los puntos en contra”.

Mientras estudiaba para Analista de Sistemas creó la empresa cuyo primer producto, Háblalo, ya asiste a más de 120.000 personas con discapacidad en todo el mundo, de forma 100% gratuita.

En el último tiempo, muchas personas lo nombraron como ejemplo y lo hacen partícipe de “la grieta” comparándolo con otros jóvenes. Lejos de querer meterse en la problemática, el emprendedor de 21 años aseguró que su “aspiración no es política”, sino ayudar a más personas con discapacidad.

“Siempre va a existir la rivalidad política, no estoy pensando en una utopía donde nadie se pelee, pero el país es con todos colaborando y de la mejor manera posible con los temas fundamentales”, dijo, y aseguró que la educación es uno de ellos.

“La educación tiene relación transversal y fundamental con absolutamente todo en la vida”, explicó. En tanto, la describió como la “herramienta más grande” para el progreso dentro de una sociedad, pero también en lo personal. Con respecto a la pandemia de Covid-19 y las “no clases” presenciales de este año aseguró que si se pierde un año en la educación, “el país está perdiendo cinco años de crecimiento”.

“Hay una grandísima deuda de la Argentina con la educación para construir la generación del futuro”, dijo.

-¿Cómo te llevás con este país que te lleva de ser una estrella al peor enemigo, y del peor enemigo al mejor aliado?

-Personalmente, más o menos. Lo voy llevando de la mejor manera, lo llevo con los pies en la tierra. Nunca inflándome a mí mismo más de lo que soy, ni tirarme más abajo de la cuenta. Siempre trato de mantenerme centrado en el objetivo, que es el mismo de siempre: ayudar a gente con discapacidad. En su momento ayudábamos a 10.000 y ahora a 100.000. Y espero que algún día seamos 100 millones. Lo que sí me preocupa es esa polarización constante, tan fuerte y tan dura, que hacemos los argentinos de todo. Queremos que todo sea un Boca-River y que sea una pelea en la cual tomar partido.

-Creaste Háblalo en un contexto en el que la tecnología puede ayudar. ¿Cómo fue el proceso?

-Yo como técnico en electrónica veía cómo podíamos construir autos que se manejan solos, pero un sordo no podía hacer un trámite. No podía entender cómo podía haber un robot en Marte mandándonos fotos en vivo, pero un sordo va a hacer una denuncia y no puede, no puede ir a comprar a un supermercado o ir a un restaurante. Definitivamente, era un tema de visibilización. Y a mí se me dieron las dos cosas: estudiaba electrónica, sabía programar y conviví con personas sordas. Entonces entendí que si mezclaba las dos cosas, podía ayudar a gente con este tipo de discapacidades.

-¿Qué lugar ocupa en el ranking mundial de aplicaciones para sordos?

-Estamos en el top 10. Son comunidades pequeñas, pero tampoco tanto. La discapacidad representa un 15% de la población total del planeta, que es alrededor de 1100 millones de personas, de las cuales nuestro abanico abarca alrededor de 550 y 600 millones de personas, porque Háblalo era para sordos exclusivamente y hoy es para personas con parálisis cerebral, personas con traqueotomías y un largo etcétera.

-Hablamos de tu familia, tu mamá es clave en este proyecto. ¿Qué lugar ocupa tu hermano?

-Para mi, mi hermano es la persona más inteligente del mundo y mucho de lo que yo logré construir o los conocimientos que logré adquirir en este tiempo son gracias a él. Es como un maestro. Tiene cinco años más que yo, pero para mí tiene 50 años. Es impresionante todo lo que sabe, ha hecho muchas cosas en muy poco tiempo y él me enseña muchísimas cosas y me acompaña en este camino. Y me acompaña en esta vertiente que se abrió en este último año, de no solo buscar la inclusión, que sería nuestro objetivo más global -ya que trabajamos en 53 países con discapacidad-, pero tratar de aportar al menos un granito de arena a que la Argentina se polarice un poquito menos y que dejemos de mirar con la cabeza hacia el piso con la coyuntura diaria y que miremos un poco para adelante para ver si podemos proyectar más allá.

-¿Qué lugar tiene la educación para la sustentabilidad?

La educación tiene relación transversal y fundamental con absolutamente todo en la vida. Y eso no lo digo yo. Los argentinos, e incluso los latinoamericanos en general, le sacamos peso a la educación y a lo importante que es. Y lo grave es que haya chicos que no puedan estudiar, que no puedan ir a la escuela o que no puedan acceder a una conexión a internet para realizar sus clases virtuales. Hay un peso tan grande en la educación, porque no solamente es la herramienta para construir emprendimientos y proyectos, sino que es la herramienta más grande de movilidad social ascendente y de crecimiento personal que existe en el mundo.

-¿Qué te genera que este año no hubo educación para al menos un segmento de la población?

-Es gravísimo. Desde mi perspectiva, si perdés un año de educación, el país está perdiendo cinco años de crecimiento. Es muchísimo lo que se pierde con un año de chicos que no van a la escuela en todo el país. Son muchos, no son solo un par. Eso es una injusticia enorme, más que nada en un país como el nuestro que tiene la infraestructura y que fue pionero en la educación pública. Hemos tenido tan poco interés por la modernización de la educación, en temas de sustentabilidad y en temas de tecnología. Me pregunto qué vamos a estar haciendo en 2080 si los chicos no aprenden programación, no aprenden qué es un algoritmo, de inteligencia artificial, no conocen los nuevos paradigmas laborales. Hay una grandísima deuda de la Argentina con la educación para construir la generación del futuro. Una generación que no viene solamente a instalar la sustentabilidad, la diversidad, el respeto, la inclusión y la tecnología, sino a combatir esa tendencia personalista histórica de la Argentina. Hay una tendencia a concentrarnos constantemente en matarnos entre nosotros en vez de ver cómo hacemos para que cada año dejar de tener pobreza, injusticia y más desigualdades.

-¿Qué pasaba cuando eras chico? ¿Ya mirabas lo que pasa en el país?

-Mi mamá siempre me cuenta que cuando veíamos el noticiero yo siempre me quejaba, decía que no podía ser las cosas que pasaban. No tenían sentido porque tenían soluciones. Siempre decía: “Cuando sea grande quiero que esto funcione”. Es algo que me inculcó mi familia, mi hermano también es así, mi viejo también y mis abuelos fueron así. No desde un punto de vista personal, sino que en todas las cenas hablábamos de cómo hacer para aportar algo a este país, para ayudar a alguien. Mis viejos siempre fueron por ese lado, el lado de no quedarse en el molde y ayudar al que está al lado.

-Con respecto a lo que dijo Eduardo Feinmann sobre “un mundo con más Mateos y menos Ofelias”, vos fuiste más arriba de eso. ¿Por qué?

-No creo que ninguno lo haga con mala intención, pero yo creo que eso es lo que tenemos que saltar. Le pese a quien le pese, somos todos argentinos. Obviamente vamos a tener opiniones encontradas, en algo no vamos a coincidir, pero no por eso vamos a ser enemigos. Todo lo contrario. Siempre va a existir la rivalidad política, no estoy pensando en una utopía donde nadie se pelee, pero el país es con todos colaborando y de la mejor manera posible con los temas fundamentales. Después hay cosas que no se pueden discutir, hoy no podemos discutir la problemática de la propiedad privada, pero en temas de educación, no creo que haya alguien que esté en contra de la modernización de la educación en la Argentina y que los chicos aprenden más cosas y mejor. El grueso de la población nunca va a estar en contra de temas tan fundamentales como eso, para empujar adelante por el futuro de los pibes y por el crecimiento del país.

-¿Y cómo se hace?

-Hace 100 años que los argentinos venimos cavando pozos constantemente y cavamos el pozo que cavó el anterior y lo hacemos cada vez más profundo. No metamos a mi generación y a las que vienen atrás en esa misma grieta porque vamos a seguir con lo mismo. Si vos hacés lo mismo, vas a obtener el mismo resultado. Hoy hay 40% de pobreza por un montón de factores, pero principalmente porque nos dedicamos un siglo a revolearnos sillas entre nosotros en vez de pensar en cómo miramos hacia adelante para que no nos pase eso y nos sentamos a mirar como el país se prendía fuego.

-¿Te interesa la política?

-Obviamente tengo ideología política como cualquier argentino. No coincido con la legisladora y no estoy de acuerdo con muchas de sus propuestas y demás, pero no por eso voy a venir a hablar mal y a hacerme el superado o decir que soy más importante. Creo que es una construcción de tender puentes y encontrar los puntos en común, más que encontrar los puntos en contra. Quiero creer que la Argentina tiene que tomar ese camino y el cambio tiene que venir de nuestra generación definitivamente.

-Pero, ¿te ves como un político en el mediano plazo?

-No creo que sea lo mío. Los argentinos hemos cometido eso de sacar un poco el valor al cargo público. La verdad que es algo muy importante y es una responsabilidad muy alta y que no cualquiera puede tomar. Yo con 21 años no le pediría nunca a la población que meta mi cara en una boleta y que confíe en mí para dirigir o manejar sus impuestos, porque no me siento preparado todavía. Nunca pensaría eso en el corto plazo. Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa que ayude al país, mi aspiración no es política. Quiero hacer lo mío y quiero que la gente que sí está ahí y que ya ha ganado y fue elegida por voto popular, se dedique a sembrar y no nos deje las cosas tan complicadas a nosotros cuando tengamos que tomar las riendas del tema.

-¿Qué te dicen tus amigos?

-Es todo muy raro, pero para mí también lo es. Yo siempre me mantengo centrado, no es fácil. Sigo siendo el mismo pibe de 21 años que solo quería ayudar a gente con discapacidad, solo que hoy me conocen más personas que las que me conocían antes. Pero la esencia y la persona es la misma, eso no cambia nunca. No soy más importante que ninguno de los pibes que me están viendo o que mis amigos por salir en el programa de Mirtha Legrand.

-¿Hay alguna cuestión que fue como una trompada en la cara en el buen sentido?

-Me pasa todo el tiempo. Hoy a la mañana me mandaron un video de una chica con parálisis cerebral, que no sólo puede estudiar con la aplicación sino que puede rendir exámenes. No hay nada en la vida que me pueda hacer más feliz.

-¿Cuál es tu próximo proyecto?

-Si el libro cuenta como un proyecto, el libro del año que viene con mi hermano, pero Asteroid tiene también proyectos no sólo con cuestiones de Háblalo sino con otras nuevas aplicaciones que puedan ayudan a personas con otras dificultades.

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