Mar del Plata pasó del optimismo de Año Nuevo a la verdad de los números: las reservas para enero son bajísimas

Mar del Plata pasó del optimismo de Año Nuevo a la verdad de los números: las reservas para enero son bajísimas

Temporada floja. La ocupación para este fin de semana largo fue de apenas el 40%. Y los hoteleros hablan de un 20% de reservas para lo que resta del mes.

Mar del Plata es una ciudad impredecible. Aun cuando el pernicioso Covid no estaba siquiera en las pesadillas más delirantes, descifrar cómo iba a funcionar la temporada de verano, estos tres meses que los marplatenses esperan para reactivar su economía y que los viajeros anhelan para su descanso, anticipar qué cantidad de gente podría llegar a venir, cómo se comportará en cuanto al gasto, calcular tendencias, siempre fue aventurado.

Aún contando con el dato de porcentajes de reservas y números de pasajeros en camino, el margen de error suele ser holgado. Recién avanzado febrero se vislumbran los resultados más o menos ciertos y todavía en esos días los operadores esperan con ansias por un fin de semana de carnavales exitoso con el que pueden coronar económicamente un buen verano o, como en algunos años, apenas salvarlo.

Las temporadas condicionadas siempre, por el dólar accesible (no en estos tiempos, claro) que hacen irresistibles a las playas de Uruguay y Brasil, o cruzar la cordillera a Chile; por el cepo, que obliga a quedarse fronteras adentro; por el clima que no ayuda o las tarifas cuando las fijan por encima de lo que muchos pretenden o pueden pagar, y por la ciclotímica economía argentina.

Esta temporada singular, atravesada por la pandemia, con el número de contagios en aumento cada día, conjuga expectativa e incertidumbre en dosis idénticas. No hay quien se anime ya no a ofrecer un pronóstico general, sino a hacer un vaticinio para, por ejemplo, las próximas dos semanas. Lo que sí sostienen es que la temporada será “difícil”.

Pero la temporada conjuga también una buena cuota de ilusión. Los operadores, los concesionarios de playa, los golpeados gastronómicos, los hoteleros, y los miles que trabajan en estos sectores, más allá de las especulaciones y la amenaza latente de las autoridades de “aplicar medidas restrictivas” en caso de un rebrote fuerte, mantienen su optimismo. 

El verano está en marcha. En diciembre, la ciudad recibió muchos menos turistas que el año pasado: apenas arribó el 20% de los micros de larga distancia que lo hicieron en diciembre 2019, cuando llegaron 5000. Enero en un día mejoró esos porcentajes: la estación terminal registró 160 servicios, desglosado en 85 salidas y 75 arribos, con 5 adicionales, aunque el año pasado habían sido, para la misma fecha, 365 servicios. 

El ingreso de vehículos por la Autovía 2 se intensificó este primer día del año. Con tránsito fluido y sin inconvenientes, la empresa concesionaria de la ruta 2 informó que alrededor de 320 autos pasaron por cada hora por la estación de peaje de Maipú con rumbo a estas playas.

Desde el Ente Municipal de Turismo de Mar del Plata (Emtur) revelaron que este fin de semana largo de año nuevo el número de solicitudes de permisos tramitados mediante el Certificado Verano, era, al jueves, de 30.916, lo que corresponde a 60.011 visitantes.

Comenzaron a llegar entre jueves y viernes, y se estima que continuarán haciéndolo hasta mañana. A partir de este mes se prevé la reactivación de los vuelos que vienen de Mendoza, Cordoba y Rosario.

Los hoteleros hablan de reservas apenas por encima del 40%, y creen que la cifra podría crecer en los próximos días. Son números de fin de semana largo, no de temporada de verano. Para lo que resta de enero, las reservas son pobrísimas, promedian el 20%.

Los hoteles de mayor categoría, como ocurrió en diciembre, funcionaron mejor que aquellos establecimiento de 1 y 2 estrellas, y al parecer para enero no terminan de recuperar reservas. 

Lo que los funcionarios del ente turístico observan, en relación a las estadías declaradas en los permisos de viaje, es “una gran dispersión” ya que muy buena parte de los turistas vienen a la ciudad por entre 3 y 5 noches, aunque hay entre esos miles muchos visitantes que lo hacen por 7 y 8 noches. “Fundamental para la reactivación económica”, sostienen.

El movimiento en bares y restaurantes, que ahora lucen con decks a la calle en corredores gastronómicos, a fin poder compensar la cantidad de público que no puede ingresar (todos funcionan con capacidad limitada) con mesas afuera, fue consolidándose. Tienen en claro que la facturación nunca será comparable con la de otros veranos. “Al menos, dejamos de perder”, aseguran.

No habrá cines, sino autocine; las obras de teatro de a poco van estrenando (abrió la temporada Mauricio Dayub con su premiado unipersonal “El equilibrista”) con una aforo del 30%, un porcentaje que parece absurdo si se tiene en cuenta que los casinos -solo máquinas tragamonedas- y los restaurantes abren con el 50% de su capacidad. Y no serán muchas, una veintena de obras brillan en la raleada cartelera.

Está en discusión el desarrollo de eventos masivos al aire libre, que en un primer momento habían sido habilitados po la Provincia para un máximo de 200 personas, pero la decisión se desestimó días después. Pero que no estén autorizados no quiere decir que no ocurran: en diciembre la comuna desactivó 170 fiestas clandestinas; el primer día de enero fueron 20. Al parecer, será uno de los temas del verano.

El enigma de la temporada de verano irá develándose con el correr de los días, al ritmo que se tramiten los permisos del “certificado verano”, al tiempo que los viajeros se sientan seguros en una ciudad que se adaptó con esfuerzo para ofrecerse de la mejor manera pero que la pandemia atraviesa inexorable.

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